martes, 1 de julio de 2008

Manta 400


El día que Carlos Alonso-Lamberti trajo a Gran Canaria su flamante Opel Ascona 400 de Grupo B, Santi Álvarez me pidió que lo acompañara a ver aquel coche que se convertía en rival para su Renault 5 Tour de Corse.
Creo que nos acercamos hasta El Sebadal en un R-5 GT Turbo que conducía, como no podía ser de otra manera, el propio Santi. Él, seguro de sí mismo, entró en aquellas instalaciones tan decidido hasta el punto de que Juanito, el amable señor de la puerta, casi enmudece con su presencia tras nuestra entrada ágil y segura a aquel edificio. Aparcó su GT Turbo donde creyó oportuno y tuvo inmediatamente a su espalda a Juanito que amablemente se interesaba por el motivo de su visita.
- “Voy a ver a D. Carlos”, dijo con aquella seguridad frágil que solo las personas tímidas son capaces de expresar, a lo que ni Juanito ni nadie puso objeción alguna. – “Espéreme aquí que voy a avisar de que he llegado”, me dijo Santi. Mientras, yo observaba aquellas instalaciones que en aquellos años me parecían extraordinarias e inmensas sin saber que años más tarde me vería trabajando en ellas.
Enseguida bajaron Carlos y Santi. Carlos hablaba entusiasmado de su nuevo coche y gesticulaba mucho con las manos queriéndole explicar, no se que, a Santi del Manta 400. Se dirigían hacia el fondo de la nave y yo decidí seguirles. Carlos volvía la cabeza y me miraba extrañado. Seguíamos andando y Carlos continuaba volviendo la cabeza. Ya cerca de dónde se encontraba el coche oculto de las miradas de los curiosos, Carlos se detiene en seco, se vuelve hacia mí y me pregunta: - “Usted, ¿quién es y a dónde va?”
- “Viene conmigo Carlos, es Iván. Perdona que no te lo presentara…”
Situación lógica para quienes conozcan a ambas personas; Santi en aquella época (no se si en la actualidad lo sigue siendo) era algo tímido, vamos, mejor digamos que era así, mientras que Carlos siempre ha sido así de directo. Además, Carlos estaba en su casa y tenía todo el derecho del mundo de preguntar lo que le pareciera oportuno.
Diez años más tarde, Carlos se convertiría en mi jefe y posteriormente casi se convierte en mi cliente si hubiera aceptado la oferta que le presenté en 1995.

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