Ahora que “el delito ha prescrito”, me atrevo a contar muy brevemente, para no dar más pistas, lo que sucedió para que Santi Álvarez ganara un famoso Rallye de Tierra, que aún sigue vigente. Yo vivía en otra isla y trabajaba para Álvarez. Me enteré de primera mano, dónde y como eran los tramos, se lo conté a mi jefe (Santi Álvarez) y llegó a la isla en el último vuelo de la noche, acompañado de Vicente Travieso para tomar notas de los tramos. Estuvimos toda la noche entrenando. Nadie sabía de la presencia de Santi en la isla y mucho menos entrenando un rallye “secreto”. Por la mañana, Santi y Vicente regresaron a Gran Canaria en el primer vuelo pensando que nadie los vería y con tan mala suerte, que el Presidente de la escudería organizadora de dicha prueba, los vio en el aeropuerto. Preguntó a que habían venido, porque el organizador fue quien me mostró los tramos junto a otro piloto. Santi insistió en que había venido a visitarme como dueño del negocio. Unos días más tarde, Santi Álvarez copilotado por José Carlos Déniz, ganaba la prueba con notas de Vicente Travieso. Yo iba a ser quien copilotara a Santi, pero éste, a última hora, decidió el cambio. Yo me quedé colgado de no haber copilotado a Santi en aquel Maxi Turbo 4X4 y al mismo tiempo traicioné a un buen amigo al contarle a Santi "el secreto" de la prueba. Indudablemente, no solo ganó por conocerse los tramos, su experiencia y dominio del Maxi, contribuyeron notablemente al éxito. Este año se cumplen veinte años de aquella anécdota y creo que llegó el momento de contar la verdad, esperando no dañar no ofender a nadie. Para entrenar, alquilamos un Daihatsu Rocky y nos disfrazamos con gorros, bigotes y barbas postizas como puede verse en las fotos que ilustran este texto.
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